jueves, 16 de enero de 2014

Día 16: Drogas y monstruos

Peso: 90,9 kg (-2,6)
Cintura: 109 cm (-2)

"¿Cómo ha ido la semana?", me ha preguntado la dietista cuando he entrado en su consulta. Yo he respondido que bien y es verdad. Le he explicado que un día me salté la dieta un poco porque fui a comer fuera, pero que me porté bien dentro de lo que cabe. "Pero bebí una copa de vino", le he dicho, aunque en realidad fueron dos. No era por mentir, era por no especificar.
Ha ido bien, es cierto. No he tenido antojos extraños ni me he levantado en mitad de la noche a violar la nevera. Tampoco hay mucho en la nevera para tentarme, por lo que es cierto que algún día he comido un trozo de jamón después de haber cenado por intentar llenar un hueco que en realidad no es de hambre.
Pero en general ha ido bien porque he estado bastante ocupado. Ayuda mucho no estar tirado ante el televisor sin ver nada interesante.
Además he ido al gimnasio todos los días que he podido, esto es cuatro veces desde la última entrada. Conseguí hablar con el técnico del gimnasio para que me guiara sobre lo que debía hacer. En un principio me iba a dar una rutina pero finalmente me dijo que sí iba a ir cuatro veces por semana, debía hacer por lo menos 1,5 h de ejercicio cardiovascular cadaver vez. Supongo que considera que he de hacer 5 h cada semana, por eso el cuarto de hora extra. Aún no he conseguido superar la hora, pero cada vez voy subiendo cinco minutos. Ya dije que no me quiero matar con esto, pero sobre todo es el hecho que nunca he hecho ejercicio y no estoy acostumbrado. Deseo el día en que hacer 1,5 h no me suponga esfuerzo.
Lo que sí es un esfuerzo, y cuesta, es el momento antes de ir al gimnasio. La pereza de antes de ir a casa a buscar las cosas e ir hasta allá. Una vez allí no hay vuelta de hoja; te tienes que cambiar porque ya estás dentro. Y una vez encima de la bici te marcas una meta y la tienes que cumplir.
Lo que he descubierto, que parece que es algo que por alguna razón no quieren que se sepa, es la sensación eufórica que te queda después. Una vez has acabado si no todo lo previsto, casi, te duchas, te cambias y sales al aire frío de invierno sintiéndote mucho mejor de lo que habías entrado. A la endorfina la llaman la droga natural y quizás sí es una droga. Me encanta sentirme así, con la piel limpia después de haber sudado corriendo o en bicicleta, después de haber estado un rato en la sauna, después de haberme duchado. Pero aún me falta encontrar la manera de que, cuando suene el despertador a las 6:30 am, me levante y me ponga en marcha. Ayer y hoy, con la tarde ocupada, la mañana perdida tras apagar el despertador sin hacerle caso, mi ración de endorfina no ha llegado. Espero que mañana, bien pronto, empiece un mejor y más alegre día.

No hay comentarios:

Publicar un comentario